miércoles, 24 de septiembre de 2008

Sólo un partido...

-No, tú eres una chica, no puedes jugar al futbol con nosotros
-Pero... Es que las chicas tampoco quieren jugar conmigo... ¿Por qué no me dejais jugar...? Si me quedo en la defensa no molesto, y antes no os importaba...
-El balón es mío y he dicho que no.

Una niña de 9 años abandonó aquel trozo de terreno asfaltado, con el inmerecido título de cancha, y se apartó de los demás. Como cada día. Como todos los recreos de su vida, desde hacía 6 años. Bajó la cabeza, y se preguntó si algún día sería invitada a jugar un partido, aunque solo fuese uno...

El tiempo pasó, y con el transcurso de los años, las cosas cambiaron ligeramente. Ahora sonreía de vez en cuando, y sentía que, quizás algún día, podría de verdad jugar al futbol con amigos, con personas que de verdad quisieran pasar un rato pateando un balón con ella. Ya no se sentía tan sola. E intentaba ser merecedora de la suerte que en aquel momento la sonreía.

Qué frágiles son las esperanzas. Las heridas no siempre cicatrizan, los cortes no siempre cierran... Cuando el veneno es en exceso tóxico, es necesaria una gran expulsión de sangre para evitar una infección... Y en ocasiones, las heridas más profundas no son visibles, la sangre mana sin ser vista.

-Podríamos organizar una cena de antiguos alumnos.
- ¡Sí, para recordar viejos tiempos!
-Recuerdas aquella vez que...

Pocas palabras intercambiadas, a través de una fría pantalla de ordenador, bajo una antigua fotografía de aquellos tiempos. Y aun a pesar de estar ahí, a pesar de que todos sabían que estaba, a nadie le importó. Al fin y al cabo, ella nunca fué más que aquel bicho raro al que nadie quería en su equipo. Y que nadie querría nunca, ni siquiera en el banquillo.






*Never will be good enough for her (Him, they)

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