martes, 1 de julio de 2008

Perfección

Se asomó de nuevo a la ventana. Como todas las tardes, como todos los veranos. Desde un segundo piso observaba como, bajo sus pies, en el parque, todo el mundo brillaba, todos tenían a alguien.

Cerró los ojos para percibir mejor todos los sonidos, los olores. Recordó aquel sueño... Un chico perfecto, de cabellos negros como la noche y ojos de un verde tan intenso como la hierva primaveral sonreía desde el suelo, mostrando su blanca sonrisa a la joven que, desde el balcón, se ruborizaba por el simple hecho de que él estuviera allí para ella, solo para verla. Él solo deseaba estar con ella, compartir cada instante y no separarse nunca. Y a su lado todo sería perfecto. Perfecto con una únca mácula, un rasgo que descuadraba la belleza de la imagen.

La joven. Había soñado que ella misma era la protagonista de aquel idílico sueño. Y desentonaba por completo en aquel marco rebosante de perfección. Abrió rápidamente los ojos y parpadeó con fuerza para contener el llanto. Ella siempre sería el problema, siempre sería aquello indigno de presenciar un acto similar.

Meses más tarde recordó aquel episodio. De nuevo, frente a la ventana, observó el parque. Una suave alfombra anaranjada, con matices dorados, cubría el suelo. Los árboles, a pesar de sus desnudas ramas, seguían sirviendo de amparo a las jóvenes parejas que por allí paseaban. Cerró los ojos, y trató de recordar aquel sueño. Aquel chico era perfecto. Ahí residía su mayor imperfección, en su irrealidad... Sonrío. Ya no parecía tan guapo, ni el sueño, tan idílico.

Un sonido llegó hasta sus oidos, despertándola de aquel sueño. Una llamada perdida en el móvil. Un grito desde aquel parque en el que tantas veces había perdido la mirada, entre sus ensoñaciones. Alguien la esperaba bajo su ventana. Y aquella vez, todo encajaba. Él era todo aquello que ella podía desear... Guapo, atractívo físicamente, pero no perfecto. Cabello castaño, ojos oscuros también. Pero su mirada era real. No era inerte, como aquellos ojos claros con los que un día soñó. Y ante todo, pese a su perfección general, él era vago, y en ocasiones, demasiado cara dura. Él era real. Y para ella, él representaba la perfección por, sencillamente, ser siempre él.


La perfección humana... Reside en su imperfección.







*Never will be good enough for her (him, they)

2 comentarios:

Srta. Pasión dijo...

Es muy bonito Carlise...
Escribes que da gusto.

Gracias...

e.я.ι. c.н.a.и. dijo...

Que bonito =) Sabes que siempre flipo con tu forma de escribir ^^

No se que más decirte xD Hablamos (o escribimos) pronto! :)